miércoles, 14 de noviembre de 2007

Tradición que va muriendo



Desde tiempos prehispánicos el pueblo de San Andrés Mixquic a tratado de mantener arraigada la tradición del culto a sus muertos, heredándola de generación en generación, sin embargo los huecos han permitido la entrada de tradiciones extranjeras y del capitalismo, corrompiendo así la tradición original.
En el preludio de la colonia, el lugar fue asignado a la Ciudad de México como tributario de la corona, más adelante se convirtió en encomienda permaneciendo en esas condiciones hasta bien entrado el siglo XVII. Como bien sabemos, durante la invasión española, los barbados intentaron acabar con todo vestigio de la cultura antepasada, sin embargo en Mixquic no sucedió así.
Los evangelizadores no destruyeron la cultura de los nativos, por el contrario, se fusionaron a ella. Mixquic representó una vigorosa imagen cruzada por múltiples canales y amplios sembradíos que iluminaron con verdes y amarillos colores la planicie lacustre. Contaba con una amplia red de canales, de los que ahora todavía existen como testimonio de una amplia red de caminos de agua, manantiales anteriormente de agua cristalina y, el fondo, las imágenes imperturbables del Popocatépetl y el Iztaccihuátl, vigilantes que cuidan el Valle de México.
Cuenta la tradición que los pobladores de Mixquic enterraban a sus muertos en chinampas a un lado de sus casas, donde se les ponían sus ofrendas, las cuales probablemente consistían en agua, sal, rajas de ocote (esta eran utilizadas en lugar de las velas) y pescado fresco. La fecha en que se colocaba la ofrenda no era un día determinado, sí no al momento en que la persona fallecía. En los primeros cuatro días después de enterrado, se le llevaban nuevas ofrendas, que es cuando se consideraba que el alma del difunto caminaba hacia el Mictlán, el mundo de los muertos; posteriormente, a los ochenta y ciento sesenta días, se les ofrendaba de nueva cuenta.
Actualmente la celebración da inicio en el pueblo de Mixquic a partir del 29 de septiembre donde se realiza la misa de San Miguel, se viene a adornar las tumbas de los muertos como invitación a la llegada de la fiesta. El día 28 de octubre se pone la ofrenda a las personas que fallecieron; el día 31 a la llegan de las almas de los niños que posteriormente se retiran el día primero y llegan las almas de los adultos el día dos y es cuando se realizan sus veladas.
Sin duda es una tradición muy singular pero al otro lado de la moneda encontramos una mezcla de tradiciones enfocadas más hacia el mercantilismo y así la misma población ha quedado sumergida en una ambigüedad foránea que han ido enterrando a Mixquic junto con sus muertos.

1 comentario:

AnGel dijo...

es muy interessante esta forma de transmitir la cultura a travez de la internet y por amigos me parecio muy acertaado